UNA MÁS
Hoy me he levantado muy tarde, quizás como alargando el día hasta que llegara el momento, o quizás atrayendo el momento al despertar. Con todo, se me hizo el tiempo corto y la hora de salida al hospital casi me sobrevino al terminar el almuerzo. Mi hermana me vino a r coger, llegamos un poco tarde, y como siempre que llego al hospital caen como pesadas lozas los recuerdos que me vienen al contemplar los edificios que conforman esta mole hospitalaria.
Nos sentamos en una sala de espera más abarrotada que otros días, con lo que presumí que posiblemente iría todo con retraso. El retraso solo fue de 20 minutos, pero en cambio me ha tocado para mí el mejor enfermero de todos ¡qué chico tan amable y considerado! Siempre con una sonrisa, una palabra de ánimo, su trato es tan delicado, tan sencillo, cálido y cercano, que antes de que me diera cuenta estaba contando 1..2..3 y pinchazo. Media hora de líquido. Me pongo a dibujar en mi estridente sillon naranja fosforito. Hay mucho ruidos, movimiento, las gente charla unos con otros, a lo lejos se oye hablando con un tono fuerte con alguien a través del móvil. La conversación es normal, habla con tu primo, compra esto o aquello...la vida normal. En mi área de sesion son personas mayores en su mayoría, dos se conocen del pueblo y hablan de sus nietos, en la esquina una mujer de mi edad duerme. Pitidos y más pitidos, hasta que por fin mi máquina de perfusion empieza a pitar terminamos el líquido en vena. Espera de media hora para el temido pinchazo en el muslo.
Guardo mi cuaderno de dibujo, espero que el enfermero ponga el gotero a una mujer que acaba de llegar, sufre al pincharse y me mira. Sabemos y nos comprendemos, no hacen falta palabras en este lugar la mirada es el espejo de nuestro sufrimiento. El amable enfermero me pincha, y como es tan cariñoso, mientras lo hace me cuenta sus anécdotas con otros enfermos y así cuando me doy cuenta ya he terminado . Recojo mis cosas y la mujer que tenía dolor venía a ponerse Zometa, sirve para las metastasis óseas. Mi hermana le comenta algo y ella y yo como quien encuentra un tesoro escondido nos ponemos hablar, tenemos las mismas circunstancias: un Cancer de mama que al cabo de dos años produce metastasis. En su caso además de huesos y pulmón, le había tocado el hígado ( una sombra negra pasó fugazmente por mi mente). Le anime con él Zometa, me había sentado muy bien y había "curado" mis metastasis óseas. Vi cierta alegría en sus ojos, nos agarramos a cualquier esperanza. Me despedí de todos, especialmente de mi enfermero preferido. Mi hermana y yo salimos afuera y allí nos esperaba mi niña querida, saludando sin parar. Todo se me olvido. Volvimos en coche, llegué a mi casa , me despedí de mi hermana y de la niña, y ya está. Una más a la espera de muchas.
Un día más, una quimio más , y la vida sigue . Mañana saldrá el sol y la vida seguirá, pero los que estamos en aquella salas, la vida sigue pero de diferente manera.
Nos sentamos en una sala de espera más abarrotada que otros días, con lo que presumí que posiblemente iría todo con retraso. El retraso solo fue de 20 minutos, pero en cambio me ha tocado para mí el mejor enfermero de todos ¡qué chico tan amable y considerado! Siempre con una sonrisa, una palabra de ánimo, su trato es tan delicado, tan sencillo, cálido y cercano, que antes de que me diera cuenta estaba contando 1..2..3 y pinchazo. Media hora de líquido. Me pongo a dibujar en mi estridente sillon naranja fosforito. Hay mucho ruidos, movimiento, las gente charla unos con otros, a lo lejos se oye hablando con un tono fuerte con alguien a través del móvil. La conversación es normal, habla con tu primo, compra esto o aquello...la vida normal. En mi área de sesion son personas mayores en su mayoría, dos se conocen del pueblo y hablan de sus nietos, en la esquina una mujer de mi edad duerme. Pitidos y más pitidos, hasta que por fin mi máquina de perfusion empieza a pitar terminamos el líquido en vena. Espera de media hora para el temido pinchazo en el muslo.
Guardo mi cuaderno de dibujo, espero que el enfermero ponga el gotero a una mujer que acaba de llegar, sufre al pincharse y me mira. Sabemos y nos comprendemos, no hacen falta palabras en este lugar la mirada es el espejo de nuestro sufrimiento. El amable enfermero me pincha, y como es tan cariñoso, mientras lo hace me cuenta sus anécdotas con otros enfermos y así cuando me doy cuenta ya he terminado . Recojo mis cosas y la mujer que tenía dolor venía a ponerse Zometa, sirve para las metastasis óseas. Mi hermana le comenta algo y ella y yo como quien encuentra un tesoro escondido nos ponemos hablar, tenemos las mismas circunstancias: un Cancer de mama que al cabo de dos años produce metastasis. En su caso además de huesos y pulmón, le había tocado el hígado ( una sombra negra pasó fugazmente por mi mente). Le anime con él Zometa, me había sentado muy bien y había "curado" mis metastasis óseas. Vi cierta alegría en sus ojos, nos agarramos a cualquier esperanza. Me despedí de todos, especialmente de mi enfermero preferido. Mi hermana y yo salimos afuera y allí nos esperaba mi niña querida, saludando sin parar. Todo se me olvido. Volvimos en coche, llegué a mi casa , me despedí de mi hermana y de la niña, y ya está. Una más a la espera de muchas.
Un día más, una quimio más , y la vida sigue . Mañana saldrá el sol y la vida seguirá, pero los que estamos en aquella salas, la vida sigue pero de diferente manera.
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