EL TIEMPO PASA LENTAMENTE

Cuando llevas tantos días de baja, el tiempo se distorsiona y no sabes en qué día de la semana estas. Solo soy consciente con el tiempo en el momento, en la semana que me toca la quimioterapia. Esta es una de esas semanas. No mido el tiempo si es lunes o marte, o jueves, sino es mi cuerpo y sobretodo mi subsconciente quien empieza a actuar.
Aunque he focalizado mi actividad en mi enfermedad transitoria, en el fondo poco a poco la intranquilidad se va apoderando de la noche, o de momentos determinados y me digo ¡ya queda menos!. No mido cuánto tiempo queda, solo mido el incremento de ese hormigueo del estomago, esas vueltas y vueltas que das en la cama, que no racionalizas lo qué es, pero sabes en el fondo lo que ocurre. ¿Por qué no me acostumbro a eso? Si me digo a mí misma que soy consiente de mi realidad, que intentó normalizar mi vida adaptándolas a las incidencias médicas que ocurren en ella, porqué no puedo dejar de sentir las mariposas en el estomago.
En el fondo se lo que subyace, pongo en cuestión mi capacidad para soportar el tratamiento que en mi caso es indefinido. Miedo solo miedo.
El tiempo pasa lentamente, y se acerca el día que no quiero que sea, sigo sin querer pasar por lo mismo, por mucho que ya haya pasado por lo mismo. Los olores, los pitidos, las esperas y las caras de los enfermos. Quién ha vivido esto sabe de lo que hablo. No se acostumbra nadie a ese mundo de dolor mudo, y al ruido de las máquinas que nos salvan la vida. El tiempo pasa lentamente pero yo ya voy sintiendo cómo se acerca el día.
Un día más, ni feliz ni triste, cansada y debilitada por la medicación. Hoy no hay sol, solo lluvia, y quizás mañana tampoco aparecerá pero yo estaré esperándolo para que caliente mi ánimo y mi espíritu y me ayude en la espera. Un día más ¿qué puedo pedir a la vida?.

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