FERIA

Hace 18 años que no he pisado el Real de la Feria. No sé porqué, nunca me ha gustado mucho. Cuando he ido la he disfrutado, es difícil ir a la feria y no pasarlo bien cuando vas con amigos y alguna copita de más. Pero llegó un momento que me parecía más agradable hacer lo mismo en un ambiente más tranquilo, menos polvoriento e incómodo. Deje de ir, primero como hábito y al final, propio de mí, lo instaure como norma.
La cuestión es que ya no soy la misma. Me he puesto muchas normas en mi vida, he sido firme en mis principios, he controlado mis acciones...y de qué sirve todo eso? Para nada.
La vida es ahora más sencilla, me dejo llevar como hoja por la corriente del río, suavemente. Hago las cosas sin cuestionarlas ( sencillamente por qué lo que hago no implica valoraciones éticas o morales), es la liberación de mi yo. Ya he comentado la dificultad que conlleva el equilibrio mental en mi situación, pero lo beneficioso es que todo mi esfuerzo va encaminado en la acción de refuerzo mental, mientras que con el resto hago lo que quiero . Mi límite es mi cuerpo, pero nunca me he sentido tan libre.
Todo está en la mente. Es por ello que mis momentos más bajos físicamente conllevan mis momentos bajos mentalmente. La meditación es un mecanismo que refuerza ese control mental, el ir desprendiéndote de tu antiguo yo, del que queda reminiscencia, pero que lentamente va desapareciendo. He ido a la Feria para romper con lo que era. Es un ejercicio de autoafirmacion. La conclusión es que sigue sin gustarme, pero lo he vivido, relajada contemplándolo como un momento de encuentro tranquilo entre amigos. Cuando físicamente no he podido más pues ya está de vuelta. He ido a la Feria y no ha pasado nada, solo cansancio.
Un día más, he ido a la Feria, y aunque todo parece igual yo ya no soy la misma. Mañana volverá a salir el sol, y seguiré este difícil camino de superación pero también el extraordinario camino de la liberación. Un día más y soy feliz.

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