UNA MÁS

Es lo que hay, seguir adelante, y para ello toca una nueva sesión de quimioterapia. El día ha sido lluvioso, podría haber tendido a la melancolía, pero como voy fortaleciendo mi espíritu y liberándome de miedos, ansiedades y angustias, el día ha pasado rápidamente sin darme cuenta qué hoy era el día.
Me fui temprano, hoy he ido sola, no me importa, eso ayuda muchas veces a normalizar una situación anormal. La compañía en estas situaciones es importante y ayuda a pasar el tiempo, a no sentirte sola,  pero a veces esa continuidad y ese acompañamiento siempre dan a la situación una halo de excepcionalidad, de un hecho fuera de lo común, pero con ciertas connotaciones negativas. Nadie puede estar solo en un hospital, porque el hospital de por sí es un sitio que denota sufrimiento, dolor, mortalidad. Bueno excepto el maternal que siempre es señal de vida, pero ¿no sentimos un hondo sentimiento al pasar por el hospital infantil? Yo paso muchas veces y siempre tengo ese hormigueo de pesadumbre, de pensar en el dolor en unos seres tan indefensos.
Hoy tuve un pequeño conflicto, junto a los sillones siempre hay una silla para el acompañante. Cuando voy sola lo utilizo para poner mi mochila y coger con facilidad mis libros o dibujos. Mi incapacidad para girar el tronco a la izquierda hace que tenga dificultades en coger las cosas cuando estoy en determinada posición. Y estar enchufado por el pecho a un gotero es una de ellas. La silla la tenía un acompañante que estaba junto a mí. Solo se permite un acompañante por paciente. En ese caso eran dos. Pedí educadamente mi silla que me correspondía, y cuando se dieron cuenta que era para poner mis cosas empezaron a criticarme. Yo como ya no me callo les contesté educadamente. Es verdad que al pasar el tiempo ellas misma se dieron cuenta de lo que me ocurría, y como también percibieron por el contacto cercano que tenía con el personal de enfermería que era ya toda una veterana y quizás pues presintieron que mi situación era muy diferente a la de ellos. Por cierto sentido de culpabilidad acabaron entablando conversación conmigo y al final se despidieron muy afectuosamente.
Supongo que nos comportamos en cualquier sitio como somos, pero aquel sitio tarde o temprano te llega a darte cuanta que las realidades que te rodean son situaciones duras y que los comportamientos aunque tienden a ser normales, al final se adaptan y surgen sentimientos de empatía y que allí nadie está por gusto.
El tiempo pasó también rápidamente, termine de leer, estuve charlando, y sin darme cuanta estaban clavándome la aguja en el muslo. Sesion terminada. Volví a mi casa y ya está. Una sesión más que alarga mi vida.
Un día más, una sesión más, una dosis de vida más. El día apenas ha dejado de salir el sol, pero yo lo he sentido en ese transcurrir tranquilo de mi día. Mañana lo esperaré y seguiré viviendo, seguiré cambiando, seguiré liberándome, buscando la paz de mi espíritu. Ese es mi destino.

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