CASTILLO DE NAIPES

Siempre liada con la escalera emocional, subo y bajo incesantemente, sin descanso. ¿Para qué hacer proyectos o tener ilusiones? Para nada. Todo lo que pensaba hacer hoy se ha ido al traste, sencillamente por pequeñas molestias, y por mucho que esté intentando desprenderme de los negativos pensamientos, caigo constantemente en ellos. La frustración no la elimino de mi espíritu y caigo por ello una y otra vez. Y cada día he de levantarme y volver a construir mi castillo de naipes.
Si, un castillo, mi fortaleza no está hecha de mármol, de dura piedra, que puede contra el viento, contra las tormentas, contra los oscuros enemigos que cercan mi ánimo. Es un simple castillo de naipes, que cada día construyó y que cae con una simple brisa, con un simple gesto.
Pero aunque mi castillo este hecho de un material liviano, tengo la fuerza suficiente, primero de llorar la caída, la frustración del trabajo realizado, y al minuto siguiente volver a levantarlo sobre unos cimientos robustos, cargados de fuerza vital, de esperanza, de la innata necesidad de sobrevivir. Y todo en silencio, para qué gritar, no tengo demasiado tiempo para la autocompasion. Hay que seguir adelante. Mañana cuando caiga mi castillo lo volveré a construir en esos mismos cimientos.
Un día más, frustrante, debo aceptar mis limitaciones físicas, tranquilizar mi alma ante los constantes imprevistos, y dejarme llevar por los acontecimientos. Cada día deberé repetirme que esta es mi circunstancias y con ellas debo vivir y sacar lo positivo de lo misma. Siempre hay algo positivo, porque nosotros creamos nuestro destino.
Mañana saldrá el sol, y me levantaré y trabajaré mi cuerpo, mi alma sigue creciendo, y por eso debo ser feliz .

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