UN DÍA MÁS

El día empezó con un sol brillante y un hermoso cielo azul con pinceladas de nubes blancas. La tarde se hizo desapacible con un cielo nuboso y un viento frío,  mientras me encaminaba al autobús que me llevaria a las puertas del Hospital Virgen del Rocío para recibir mi correspondiente tratamiento de quimioterapia. Es curioso lo que significa este hospital, cuando el autobús gira en la glorieta anterior al paso bajo el tren, lo primero que aparece es el Hospital de la Mujer, y miro la tercera ventana de la última planta. Allí estuve cuando me realizaron mi mastectomia. Siempre me pregunto quién estará allí ahora pasando por lo mismo que yo. Cuando bajó en la parada , me encuentro con el Hospital de Traumatología, miro a tercera planta, no me acuerdo muy bien la ventana, allí murió mi madre. No me gusta ese hospiatal.  Me dirijo por la pequeña cuesta al Hospital General, entró por aquella reluciente y espaciosa entrada y sigo el cartel Hospital de Día Oncohematologico, en la planta baja. En aquel mismo hospital, en alguna planta por encima de donde me encuentro murió mi padre de un Cancer,  cuando yo tenía sólo tenía 7 años de edad. Y allí estoy, sentada en la sala de espera, esperando que pronuncien mi nombre. En perspectiva ese hospital es para mí más que el lugar donde sigo un tratamiento, es mi pasado, es mi presente y es mi futuro.
Hoy por circunstancias familiares he ido sola, no importa, aunque puede ocasionar situaciones incomodas de carácter  logístico como que se me caiga al suelo la botella de agua. Pero no pasa nada, los familiares de los enfermos rápidamente se levantan para ayudarte.
El personal que trabaja allí, es tan delicado, amable y servicial, te señalan tu sillón, saludas a tu compañeros de sesion, pones tu sabanita en el asiento .Hoy me ha tocado el de color azul, mala suerte, los otros colores son tan impactantes que casi ciegan, mostaza brillante, naranja fosforito. Enfrente me tocó el naranja fosforito y creo que me ha dejado cierto escozor en los ojos. Es mejor tener un color brillante porque así el asiento de enfrente es azul o verde lima. 
El amable enfermero me dice cuando diga tres respira, 1, 2 y 3 - respiro fuerte y me introduce la pequeña aguja en el portal metálico que tengo bajo mi piel sobre mi pecho derecho. Ya está, ahora a meterse líquido en vena. El chico se ha equivocado y me ha puesto el pertuzumab 45 minutos cuando yo ya como alumna adelantada lo soporto en media hora. Lo malo es que tengo que esperar entre este y el trastuzumab, media hora. Esa espera se traduce en ponerme suero, un poco más de líquido siempre viene bien. Cuando ya toca el medicamento, mi vecino va y se quita la aguja y zas aquello empieza a gotear sangre y hierro . La pobre esposa corriendo buscando al enfermero, y el hombre con la aguja en la mano goteando se partía de risa. Aquello supuso que tuve que esperar a que se solucionara , la mujer le reñía, él se reía ....la pobre me dice un día me lo cargo, y el seguía  riendo. En el fondo de los ojos de la mujer vi el cansancio, hartazgo de la vida que llevaba. Cada enfermo es un mundo y su circunstancia. 
Terminado el suceso, cogio  la inyección de trastuzumab y me pincho en el muslo. Es lo más doloroso, ellos lo saben y tardan 5 minutos en empujar el embolo de la inyección. Siempre me dicen que es lo que menos les gusta hacer porque todas sentimos mucho dolor. Yo creo que me voy acostumbrando porque cada vez que voy me duele menos. Termino, me despido de todos, y todos de mi. Hasta la próxima. Cojo mi autobús y a mi casa. Ya está , se termino, hasta dentro de 21 días. Esto es la vida misma ni más ni menos.
Ese es el relato simple y pragmático. Es un día más cualquiera, y mañana saldrá el sol y cada uno seguirá con su vida. 

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