LO ÍNTIMO Y LO AJENO
"Porque los seres humanos somos así, vivimos entre extremos, entre orillas infinitamente alejadas"
La mujer justa de Sándor Márai
Ya lo,dije ayer, hoy podría ser un buen día (🎼 plantéatelo así ...), y más o menos la tormenta paso y todo volvió a la normalidad . Un dolor aquí y otro dolor allá , pero en mi caso es como que la noche da paso al día, inevitable y "esperable". Estoy leyendo un libro que me está llegando ( bueno al ser lectora compulsiva leo tres o cuatro a la vez), me hace reflexionar sobre muchas cosas. Y entre las muchas reflexiones a las que me lleva este libro es respecto a nuestro dolor individual puesto en relación a un dolor colectivo. La mujer protagonista del relato, está obsesionada por conseguir o reencontrar el amor de su marido en un contexto histórico donde el sufrimiento está presente, el mundo conocido por esas personas va desapareciendo. Ella se pregunta por qué su dolor es tan importante cuando afuera hay tanto sufrimiento y el mundo que conoce se está desvaneciendo bajo sus pies, y a pesar de todo eso, su único dolor es tan importante que lo nubla todo, y es sencillamente no tener el amor de su marido.
De igual manera estos días, como casi siempre, y en vista de lo que sucede ahí afuera en el mundo, me preguntó el valor de mi dolor. A veces me da vergüenza quejarme, ante el sufrimiento tan grande. Otra veces actúa el egoísmo del enfermo que encuentra en su enfermedad el núcleo fundamental de sus existencia.
La cuestión es encontrar un equilibrio. Sé lo que ha ocurrido, no he ido más allá de las noticias superficiales, y en cierta manera situó mí dolor en un contexto, que sin pretender disminuye su importancia. Por eso siempre hablo de que en nuestra situación la empatía debe ser a pequeñas dosis, pues de tal manera aumentamos a el sufrimiento individual e íntimo, el dolor colectivo, ese que nos nace como seres que pertenecen a un mundo injusto, o debería nacernos. Esa siempre ha sido mi condición, y quizás por eso debo quitar toda noticia de mi mente. Pero siempre he de tener presente que este mundo es doloroso, y que hay más allá de mi mundo un sufrimiento mayor y sin posibilidad de alivio.
Pero nada evita que suframos y nos sintamos solos e incomprendidos ( excepto por aquellos que pasan por la misma situación ). Siempre tengo en mi mente a mi amigo Félix, era mi amigo de la infancia pero desde los 18 años perdió los dos riñónes y estuvo sometido a diálisis semanalmente. Murió hace unos años, por complicaciones en un transplante de riñón que por fin había conseguido (tenía un difícil grupo sanguíneo ). Nadie podría entender esa existencia semanal de ir y cambiarte la sangre . Las complicaciones que en todos esos años tuvo . Ese vivir sólo lo conoce quién está en esa cotidianidad de enfermo de diálisis, que debe ser dura y difícil. Pues igual ocurre a quién pasa por esto, aún en todas sus variantes, porque las hay. Tenemos un dolor común pero también diferenciado según las circunstancias.
Un día más, tranquilo, caluroso, pero lejos de negros pensamientos y preguntas sin respuesta. Mañana saldrá el sol, será una semana dura y calurosa por lo que saldré a la calle al llegar la noche como los vampiros sedientos de sangre la única diferencia es que yo estaré sedienta de vida social. Seguimos adelante viviendo el presente . Es la única vía para ser feliz.
De igual manera estos días, como casi siempre, y en vista de lo que sucede ahí afuera en el mundo, me preguntó el valor de mi dolor. A veces me da vergüenza quejarme, ante el sufrimiento tan grande. Otra veces actúa el egoísmo del enfermo que encuentra en su enfermedad el núcleo fundamental de sus existencia.
La cuestión es encontrar un equilibrio. Sé lo que ha ocurrido, no he ido más allá de las noticias superficiales, y en cierta manera situó mí dolor en un contexto, que sin pretender disminuye su importancia. Por eso siempre hablo de que en nuestra situación la empatía debe ser a pequeñas dosis, pues de tal manera aumentamos a el sufrimiento individual e íntimo, el dolor colectivo, ese que nos nace como seres que pertenecen a un mundo injusto, o debería nacernos. Esa siempre ha sido mi condición, y quizás por eso debo quitar toda noticia de mi mente. Pero siempre he de tener presente que este mundo es doloroso, y que hay más allá de mi mundo un sufrimiento mayor y sin posibilidad de alivio.
Pero nada evita que suframos y nos sintamos solos e incomprendidos ( excepto por aquellos que pasan por la misma situación ). Siempre tengo en mi mente a mi amigo Félix, era mi amigo de la infancia pero desde los 18 años perdió los dos riñónes y estuvo sometido a diálisis semanalmente. Murió hace unos años, por complicaciones en un transplante de riñón que por fin había conseguido (tenía un difícil grupo sanguíneo ). Nadie podría entender esa existencia semanal de ir y cambiarte la sangre . Las complicaciones que en todos esos años tuvo . Ese vivir sólo lo conoce quién está en esa cotidianidad de enfermo de diálisis, que debe ser dura y difícil. Pues igual ocurre a quién pasa por esto, aún en todas sus variantes, porque las hay. Tenemos un dolor común pero también diferenciado según las circunstancias.
Un día más, tranquilo, caluroso, pero lejos de negros pensamientos y preguntas sin respuesta. Mañana saldrá el sol, será una semana dura y calurosa por lo que saldré a la calle al llegar la noche como los vampiros sedientos de sangre la única diferencia es que yo estaré sedienta de vida social. Seguimos adelante viviendo el presente . Es la única vía para ser feliz.
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