LA MUÑECA ROTA
En marzo de 2012, no recuerdo el día exacto aunque nunca olvidaré cómo sucedió todo, recibí la noticia de que el bulto de mi pecho izquierdo era cáncer. Fue una dura noticia, pero tenía la seguridad de que saldría de aquello, había escuchado tantas noticias de mujeres que constantemente tenían cáncer y volvían a sus vidas que me parecía una situación esperanzadora. El 12 de abril de 2012 empecé el tratamiento de quimioterapia, que fue especialmente duro; le siguió una mastectomía del pecho (con la quimio en primer lugar se pretendía disminuir el tumor e impedir la extirpación total del pecho, pero no pudo ser) y 33 sesiones de radioterapia, sin olvidar un tratamiento de inmunoterapia que recibía mediante perfusión venosa y que duró hasta el 12 de julio de 2013. Por esta fecha ya había vuelto al trabajo aunque mis condiciones físicas eran muy deficientes, aunque es en ese momento donde me di cuenta por todo lo que había pasado y que mi vida ya no sería la misma; fue una de los más duras situaciones por las que pasé.
Poco a poco, el cambio de lugar de trabajo, estar cerca de mi casa, la medicación que sólo consistía en una pastilla diaria, fue mejorando mi forma física aunque era consiente que las cosas eran ya diferentes. Por otra parte esa concienciación de mi nueva situación chocaba con las ideas y planes que me había hecho durante el duro tratamiento y que me dieron fuerza para seguir adelante. Esto me fue más difícil de aceptar y a medida que mejoraba físicamente, psicológicamente entraba en una apatía que sólo vivía cuando estaba en mi casa. Aun así todo era relativamente tranquilo, incluso la leve depresión que iba creciendo en mí era, en cierta manera, controlada con mis entretenimientos...nunca me aburro y eso es importante.
Febrero de 2015 empezó con mucho trabajo, sentí que la tensión se iba acumulando en las cervicales. La tensión cervical iba acompañada de dolor ciático que intentaba aliviar con tratamiento fisioterapético pero apenas tenía alivio. Varias veces a urgencia sólo conllevaban un chute de cualquier droga que aliviara el dolor, pero no lo conseguía. El dolor era extensivo a la columna pero se localizaba con más intensidad en las cervicales, al final opté por darme de baja. La cita de las pruebas de Resonancia Magnética coincidió con la revisión que realizaba cada seis meses a la oncóloga y allí recibí, ahora sí, el diagnóstico por el cuál aparecía metástasis en una vértebra de la columna dorsal. Con pruebas complementarias el diagnostico definitivo fue metástasis en la dorsal, en el trocante mayor izquierdo, en esternón y en el pulmón derecho...el cáncer se había extendido. Incluso en aquel momento, veía la luz al final del túnel, no podía curarme pero podía tener una larga vida...o eso me hacía creer yo misma para seguir adelante.
La quimioterapia no fue tan dura como la primera vez, tenía más fuerza para luchar, me veía mejorar por momentos a pesar de los efectos secundarios. Tras terminar y con las pruebas realizadas, todo estaba muy bien, las metástasis en los huesos habían cicatrizado y la del pulmón era tan pequeña que en tres años podía llegar a considerarse un tumor benigno. Un largo horizonte aparecía ante mí, estaba contenta, veía la posibilidad de volver al trabajo, sentía dolores musculares pero nada que un ejercicio no pudiera arreglar.
El verano coincidió con todo esto y al poco tiempo de aquellas buenas señales los dolores músculo - esqueléticos aumentaron, sentía que algo no iba bien, no estaba igual mi cuerpo sufría constantemente y el dolor cervical volvía con igual o mas intensidad que la primera vez. La doctora en un primer momento no le dio más importancia, pero al volver del verano al verme andando con un bastón empezó a actuar. La decadencia era cada vez mayor, fue evidente un día que estaba arreglando los papeles de unas pruebas... sentí que me estaba muriendo y que el final no tardaría en llegar. La imposibilidad de volver a mi trabajo fue uno mas de los "palos" que constantemente estaba recibiendo esos días.
Con la siguiente cita para la oncóloga fue evidente que algo no iba bien, tomó las medidas pertinentes y al día siguiente me estaban dando tres sesiones en una, de radioterapia, en la vértebra dorsal para impedir una comprensión medular que conllevaría una muerte rápida y dolorosa. Supuso una mejoría, y tomé las riendas: no podía dejar que esto me venciera. La conclusión de todas las pruebas fue muy dura, metástasis en cervicales, en ganglios de cuello y pectoral, pulmón e hígado. Nueva y novedosa quimioterapia para alargar o quizás con suerte cronificar durante un tiempo la situación. Me llené de esperanza, de fortaleza, coraje, lucha, en cada momento, cada segundo...hasta el final.
De repente todo sucede, el diagnóstico, la esperanza, el encuentro con mi niñez, mi cumpleaños, un batiburrillo de sensaciones y un determinado suceso lo rompe todo...la muñeca de porcelana resquebrajada por la enfermedad se rompe en mil pedazos y no tengo mi fuerza para volver a juntar las piezas.
Ayer me rompí y perdí tantas cosas logradas durante este año, la sonrisa, el empuje, el vivir día a día, comprender y sentir la esencia, desprenderme de todo... nada ha servido, en el fondo se escondía la fuerza oscura de la impotencia, de la adversidad, del pesimismo, el aliento de una muerte cercana lo sentí y no pude resistir su empuje... me rompí y no sé volver a juntar las piezas.
Me metí en la cama y aquí sigo, sin saber que hacer porque ya no tengo las herramientas que me han ayudado durante todo este tiempo a soportar tanto dolor y sufrimiento que ha ido in crescendo. ¿Qué hago? me pregunto en cada momento. Unas veces me respondo con dejarme ir lentamente (sería muy fácil) y otras pienso en lo necesario para volver a empezar.
Sigo sin saber, pero comenzaré con escribir de nuevo. Siempre he comentado que este es mi psicoanalista particular, a quién contaba mi día y mis impresiones positivas y negativas. La luz de la esperanza anuló la verdad que éste es un camino constante de lucha, mi montaña rusa de ánimo, la montaña empinada de Sísifo... es un trabajo diario y aunque anide en mí la esencia, el ser, la esperanza, lo positivo, no debo bajar la guardia. Siempre me acechará el miedo, el desánimo, la derrota, el pesimismo...siempre estarán ahí. Pero por otra parte estará la valentía, la fortaleza, el ánimo y siempre estarán ahí...Siempre.
Hoy he realizado un resumen de mi caminar, pero aquí falta lo más importante: Olivia. Yo soy un ser valiente y fuerte, que cuando cae se levanta, después de llorar rie... soy eso y más; hoy, quizás no me levante, pero sé que mañana o pasado la fuerza irresistible que anida en mí, cambiará las tornas de estos días y todo volverá a ser lo de siempre: luchar y vivir día a día.
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