EL COLLARÍN

El otro día por fin tuve cita con el médico rehabilitador. La verdad es que me había imaginado que me darían unas sesiones de fisioterapia, me mejorarían la movilidad del cuello...que mi vida iba a sufrir un cambio, lento pero iría a mejor. Allí cambió todo (como siempre me ocurre ya no sé ni porqué me extraño). Al entrar me encontré con tres médicos, dos de prácticas (no me gustan empiezan a mirar y a preguntarlo todo...tampoco hay que saber tanto de una) y el médico en el cual me fijé que tenía unos ojos de un azul profundo y atrayente (tengo mucho radiación y elementos químicos en mi cuerpo pero todavía soy humana). Cuando empezaron a mirar la resonancia la cara de los tres fue un poema, para mi tía y para mí una situación de preocupación. El fue claro, a diferencia de mi oncóloga que habla mas de la marca Tempur de colchones que de mi enfermedad; me dijo que tenía unas fracturas metastásicas en la parte posterior de la vértebra y que tocaban la medula y que por tanto cualquier golpe, caída, movimiento brusco, podría romper la vértebra y dar a la médula lo que implicaría una tetraplejía. ¿Cómo me quede? Pues que ya nada me espanta, le dije que lo entendía, que había mejorado el brazo (eso es buena señal), y nada más: ¡Hágase su voluntad! (la del médico naturalmente). 
El médico de los ojos azul profundo llamó a la ortopedia y dijo que iba para allá que buscaran un collarín para inmovilizar mis cervicales. La ortopedia está enfrente de Traumatología, me atendió una muchacha técnica muy agradable que me puso un collarín azul que me dio mucha comodidad. Era muy sencillo, pasaba desapercibido...la cosa iba bien, sentí muy cómodo mí cuello. Después ella y yo volvimos de nuevo a ver al medico de los ojos azul profundo para que diera su visto bueno. 
En cuanto entramos, el medico de los ojos azul profundo dijo que ese collarín no me servía, que lo podría llevar cuando estuviera en casa cuando no hiciera grandes movimientos; debía ser un collarín que cogiera hasta el principio de las dorsales. Ella fue a buscarlo, me quedé allí esperando pensando  - bueno se acabo el mirar a izquierda y derecha, arriba y abajo...siempre de frente y con la cabeza alta-.
Cuando llegó traía un collarín de esos que ponen a lo accidentados para inmovilizarle la cabeza, y el médico dijo -¡correcto1- y debería llevarlo para salir, para realizar acciones con movimiento (dijo cocinar????), cuando me lo puse sentí que mas alta no podría tener la cabeza y que ese cuello no se movería ni queriendo. Y esa fue mi aventura en el rehabilitador, esperaba volver a tener movimientos y me he encontrado que mi cabeza carece de el...esperaremos que actué la quimioterapia y el zometa y me libere de mis "armaduras"
Y heme aquí con el espíritu de un Juana de Arco cualquiera con su brillante armadura de plástico y de cualquier material moderno, con la cabeza alta como mi espíritu y mi esperanza, y mirando de frente a la adversidad pues al enemigo se le ha de mirar a los ojos...y para más daño, reírte de él en su cara.
Cada día aprendo más a vivir al día, a disfrutar y reír con humor de lo que sucede (aún sabiendo lo que todo esto supone para mí). Tengo esperanza en este nuevo tratamiento, y sólo llegas a entender el valor de la misma cuando llegas al abismo de la desesperanza. La Vida guarda sus secretos, mostrándolos veladamente o con intensidad quién llega a tocar su mortalidad, muestra entonces su gran belleza y la sencillez de todo...lástima no apreciarla en la salud, en la plenitud; pero bienvenida sea.
Un día mas, soportando el gran peso...no del mundo sino del supercollarín. Poco a poco iremos adaptándonos. Estoy tranquila y feliz en los momentos...así es la Vida. Mañana saldrá el Sol que me da Luz y sentido a este  caminar por esta dura senda, pero de ninguna manera aburrida.

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